Cuando apareció la televisión algunos vaticinaron que era la muerte de la radio. También sucedia lo mismo con la onda corta cuando aparecieron las retrasmisiones via satélite e internet más tarde.
El domingo 24 de enero de 2010 aparece este artículo en El Periódico de Catalunya que nos puede hacer reflexionar sobre la radio.
La radio se erige en el medio vital para transmitir la información
Los mensajes explican cómo lograr ayuda médica, agua o un lugar para dormir
IDOYA NOAIN
PUERTO PRÍNCIPE / Enviada especial
Suele decirse que la información es poder. En Puerto Príncipe, hoy, es un salvavidas, y hacerla llegar a los haitianos es fundamental. Porque hay noticias que se pueden usar. Y aunque no sea fácil hacerlas llegar, es, ahora más que nunca, vital.
La tele en Haití siempre ha sido cosa de élites, de quienes pueden pagarla, de esos en cuyas ventanas se montan aglomeraciones de gente intentando divisar un destello cuando se retransmite, por ejemplo, un partido de fútbol. Le Nouvelist, uno de los dos diarios (junto a Le Matin) que solía publicarse en la capital, alcanzaba a 10.000 lectores en una ciudad de dos millones de habitantes donde el analfabetismo es una extendida lacra. Y por eso hoy la radio, como siempre, es el vínculo de unión de incontables haitianos con la realidad.
Seguir transmitiendo y seguir oyendo no ha sido fácil en una ciudad que sigue sin más electricidad que la de generadores; donde el combustible para alimentarlos no es ya difícil de conseguir, pero es caro; donde entre las víctimas hay periodistas y donde muchos oyentes han perdido no ya el aparato de radio o el dinero para las pilas, sino todo. Pero algunos lo han conseguido. Y está en marcha un esfuerzo por hacerse escuchar.
IMPROVISADO ESTUDIO / Internews, una organización no gubernamental creada en 1982, está desde hace unos días en Haití. Con más voluntad y experiencia que medios --un micrófono y un ordenador mac funcionan en una habitación como improvisado estudio-- han conseguido sacar adelante un proyecto para grabar en creole emisiones con información de emergencia que luego hacen llegar a las dos docenas de emisoras que han logrado volver a estar en el aire en Puerto Príncipe.
La primera emisión fue de nueve minutos y todo lo que se contaba era lo que los haitianos necesitan oir. «Cómo conseguir ayuda médica, agua, donde dormir», cuenta Yves Colon, profesor de Periodismo en la Universidad de Miami que trabaja con Internews y lleva aquí cuatro días. Habrá tiempo para hablar de política, pero ahora no.
Sus palabras cobran sentido en el campo de golf, donde los militares estadounidenses han repartido 800 radios de dinamo o solares (inventadas por Suráfrica para mantener informada a una población también azotada por la pobreza) entre algunos de los 50.000 habitantes de este campamento de desplazados. Aunque los militares dieron prioridad a los hombres, mujeres como Laurat se han hecho también con los aparatos. Y esta mujer de 35 años, se aferra a su radio, en su caso roja, aunque las hay de verde lima, amarillas, negras, azules. «Escucho todo lo que dicen, es buena información, pero no he podido ir a ninguna parte aún», contaba ayer. Queremos las noticias.
En situaciones de emergencia es la falta de información la que potencialmente genera violencia, cuenta Jacobo Quintanilla, el español coordinador humanitario de emergencia en Haití para Internews, que pelea para que las comunicaciones entren en cualquier estrategia de reacción ante un desastre.
El empeño de este grupo es particulamente intenso en el caso de Frederick Alexis, periodista haitiano que tuvo que rescatar a su esposa, también periodista, del edificio de la emisora. Siete horas después del terremoto lo consiguió. Salvó también a otros en el camino entre los escombros hasta su mujer, pero en algún caso, como el de su compañero Ronald, no lo pudo lograr. «Vi la vida salir de su cuerpo», dice.
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